Romance del moro y de la niña que perdió su alianza

Era un día de sol mojado:

hombres sudando camisas

con sus sueños ajustados

recorrían París de prisa

ofendiendole al verano

y a su hambre de siestitas.

Por suerte a un moro extraño

de mirada aguamarina

ocurriósele un plan vago

y fuerte anticapitalista:

amor en vez de trabajo

en gran jornada improductiva.

El tren no tenía retraso.

Sorprendióla a la niñita

en el andén, inesperado;

en un kleenex esta escrita:

“Mi Mora!” había apuntado!

Ella se soltó en risitas,

y cual gato muy mimado,

tan líquida, tan lánguida,

siguiólo en la calor.

Fuera el sol brotaba vida

y promesas, insensato.

En el patio ‘e la mesquita,

denso, húmedo, cubano,

el licor de la impelencia

le sirvió en the disfrazado.

Imaginóse acostadita

en el Jardin des Plantes soleado

-maravillas botánicas

baldaquin improvisado –

embriagándose de dicha.

Lo que él nunca había contado

le voló tras una birra

por la boca al corazón

de ella que ya sabía

y que recibió el regalo

de su historia en euforia

tal que le salió volando

del dedo a la alcantarilla

la alianza de otro amado

olvidado en medio día.

En la canción de párpados

que solo ellos oían

de una vez quedó callado

el miedo que le da

al no amado la vida.

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